La historia de los casinos en la URSS no se trata de letreros llamativos y apuestas libres, sino de un control estricto, línea del partido y paradojas de la época. Los juegos de azar combinaban el genuino interés de las personas por el riesgo y la lucha oficial del estado contra los «remanentes burgueses».
Historia de los casinos en la URSS: década de 1920 y primeras prohibiciones
La historia de los establecimientos de juego comenzó con el rechazo categórico de cualquier forma de negocio de juegos de azar por parte del nuevo poder. Ya en la década de 1920, los documentos del partido fijaban el lema «los casinos son un símbolo del capitalismo». Los primeros casinos en la URSS cerraban uno tras otro, y para finales de la década, el negocio de los juegos de azar estaba directamente prohibido.
La legislación de ese período consideraba los juegos de azar como una amenaza a la moral y la disciplina. La ruleta, los juegos de cartas y el póker se convirtieron en símbolos de la cultura «no soviética». Pero el deseo de ganar dinero no desapareció. Los clandestinos trabajaban en Moscú y Leningrado, creando una economía paralela de riesgo.
Alternativa oficial: loterías y «Sportloto»
Cuando la prohibición de los juegos de azar se convirtió en la norma en la URSS, el estado ofreció una alternativa: las loterías. En la década de 1930, comenzaron a aparecer sorteos masivos, vinculados a festividades y campañas de construcción. La gente compraba boletos no solo por la posibilidad de ganar, sino también «en nombre del futuro socialista».
Un lugar especial lo ocupaba el «Sportloto», que se lanzó en 1970. Este sistema permitía realizar apuestas en resultados deportivos, y parte de los fondos se destinaban al desarrollo de la educación física. El «Sportloto» se convirtió en un fenómeno cultural: en la década de 1980, se vendían boletos en cada esquina, los tirajes alcanzaban millones de ejemplares, y las combinaciones ganadoras se discutían en las colas y en las cocinas.
Prácticas informales: clandestinos y tramposos
La historia de los casinos en la URSS no sería completa sin mencionar los clubes clandestinos. Desde mediados de la década de 1960, en las grandes ciudades revivían los clandestinos, establecimientos ilegales donde trabajaban crupieres, giraba la ruleta y se jugaba al póker. El dinero cambiaba de manos rápidamente en estos lugares: unos ganaban un salario mensual en una noche, otros lo perdían todo.
El tramposo en los juegos clandestinos se convirtió en una verdadera profesión. En los clandestinos de Moscú y Sochi trabajaban «especialistas» que dominaban la técnica de marcar cartas y la presión psicológica. El estado realizaba redadas periódicas, pero el negocio de los juegos de azar clandestino crecía, alimentado por el interés por el riesgo y la falta de alternativas legales.
Década de 1980: escaparate olímpico y realidad
La historia de los casinos en la URSS en la década de 1980 se agudizó. Por un lado, los Juegos Olímpicos de 1980 requerían una imagen «ejemplar» de la capital, por lo que Moscú mostraba solo el «Sportloto» y las loterías estatales. Por otro lado, fue en este período que los juegos ilegales en Sochi alcanzaron su punto máximo. El complejo turístico se convirtió en un escenario para apuestas, los juegos de cartas reunían a funcionarios, artistas y comerciantes clandestinos.
Al mismo tiempo, la legislación seguía fijando una estricta prohibición. Cualquier forma de entretenimiento de azar en la URSS, excepto las loterías, se consideraba una violación. Pero la realidad contradecía la letra de la ley: la gente buscaba el riesgo, y los clandestinos satisfacían la demanda.
Lo que reemplazaba a los casinos legales
El negocio oficial de juegos de azar en la URSS se reducía al mínimo. La legalización de los juegos de azar ni siquiera se discutía. Pero existía una lista de fenómenos que en parte reemplazaban estos establecimientos:
- loterías estatales, incluyendo el «Sportloto» y el «Loto Ruso» de finales de la década de 1980;
- juegos de cartas en cocinas y residencias estudiantiles, desde el preferans hasta el «ochko»;
- viajes a Sochi, donde los clubes clandestinos formaban toda una subcultura;
- intercambio de objetos domésticos por dinero, convirtiendo el azar en una «economía de la escasez».
Esta lista ilustra que la historia de los casinos no se trata tanto de los edificios oficiales, como del paradigma: la prohibición generaba interés.
Historia de los casinos en la URSS: paradoja soviética y sombra del juego
La historia de las casas de juego en el período soviético muestra una sorprendente contradicción. Por un lado, la ley rechazaba categóricamente la legalización de los juegos. Por otro lado, las loterías masivas y el «Sportloto» cumplían efectivamente la función de juegos de azar legales. La gente gastaba dinero en boletos, hacía apuestas y esperaba ganar.
Los clandestinos y tramposos formaban una industria clandestina. Los jugadores buscaban ruleta y póker, a pesar del riesgo de llamar la atención de la policía. El negocio de los juegos de azar soviético se balanceaba entre una estricta prohibición y una práctica oculta, convirtiendo los juegos de azar en un fenómeno social.
Moscú y Sochi: dos centros de clandestinidad
La historia de los casinos en la URSS se destacó en dos ciudades: Moscú y Sochi. La capital concentraba clandestinos para funcionarios y la élite creativa. En los sótanos de restaurantes en Arbat y en apartamentos cerrados se llevaban a cabo juegos de cartas con grandes apuestas. Los crupieres en estos clubes manejaban hábilmente el proceso, creando la ilusión de honestidad, pero la práctica de los tramposos seguía siendo la norma.
Sochi desarrolló un modelo diferente. El ambiente turístico y el flujo de vacacionistas convirtieron a la ciudad en un lugar ideal para el negocio clandestino. En las décadas de 1970 y 1980, Sochi era conocida como la «capital de verano de los clandestinos». La ruleta giraba en los sanatorios, y el póker reunía a una audiencia diversa: deportistas, artistas, ingenieros. Aquí se formaba una red de revendedores que convertían los juegos de azar en una fuente de ingresos clandestinos.
Dinero, riesgo y ley
La historia de los casinos en la URSS estaba inevitablemente ligada al dinero. Las sumas ganadas variaban desde unos pocos rublos hasta salarios anuales. Las apuestas clandestinas se convirtieron en parte de la economía sumergida, compitiendo con el sistema financiero oficial.
La ley soviética imponía una estricta prohibición a cualquier forma de juegos de azar. Cuanto más fuerte era la prohibición, mayor era el interés en los clubes clandestinos. Existía un sistema de «acuerdos» no escritos: los propietarios de los clandestinos pagaban por protección, y la policía cerraba los ojos hasta la próxima campaña de cumplimiento.
Perestroika y las primeras grietas
Para finales de la década de 1980, la historia de los establecimientos de juego tomó un nuevo giro. La ideología se debilitaba, la economía requería fuentes de ingresos adicionales. Surgieron conversaciones sobre la posible legalización del negocio de los juegos de azar. Los juegos de cartas y la ruleta gradualmente salían de las sombras, especialmente en zonas turísticas.
Los primeros casinos en la URSS en el sentido moderno comenzaron a formarse a finales de la década. Moscú y Sochi volvieron a ser lugares de experimentación. En algunos restaurantes se instalaban mesas de juego, los crupieres trabajaban abiertamente, y las apuestas dejaban de ser clandestinas. Aunque formalmente existía una prohibición, la realidad demostraba que el estado había perdido el control total.
Historia de los casinos en la URSS: conclusiones
La historia de los casinos en la URSS ilustra la dualidad del sistema. Por un lado, el estado imponía una estricta prohibición a los entretenimientos de azar, establecía una legislación que excluía cualquier mención de legalización. Por otro lado, millones de personas participaban en loterías, compraban boletos de «Sportloto», hacían apuestas y buscaban clandestinos. La historia de los casinos es una lección sobre cómo el interés por el riesgo y el dinero siempre encontrará un camino, a pesar de las prohibiciones y la legislación estricta.